Las radios comunitarias de Colombia me recuerdan los relatos de las viejas boticas que existían en los pueblos, en donde, alterno al despacho de medicamentos, siempre se estaba a disposición de la escucha y el diálogo para descubrir, en la conversa, otras formas de sanación. En la cotidianidad de la consulta también se descubría ese ‘de todo’ tan particular de las boticas, que las convertían en una pequeña caja de pandora de los municipios, pues en ellas se encontraba desde una ‘curita’ hasta el más sofisticado tratamiento.
Así como en las boticas, a las radios comunitarias han acudido las personas para ser escuchadas, recibir apoyo o encontrar algún consejo que les sirva de ayuda para el desarrollo de alguna iniciativa comunitaria. Por años, estas radios han sido la mejor compañía de las territorialidades rurales que, entre el río y la montaña, definen al ser campesino particular de nuestro país.
Convertidas en referente para el encuentro y la buena conversa, estas radios han tenido que crear su propia caja de pandora para responder creativamente a las exigencias de unas audiencias cada vez más difusas en el amplio espectro de lo electromagnético –asiduamente comercializado–, la auto–comunicación de masas1 y los desarrollos tecnológicos del internet, ingredientes que le han sumado una amplia competencia a las radios comunitarias en sus ofertas de entrenamiento e información.
Como si fuera poco en este escenario de complejidad, la condición de aislamiento social asumida por la emergencia del Covid-19 en el 2020, llevó a muchas radios comunitarias del país a redefinir sus procesos e intervenir sus parrillas de programación, haciéndolas más flexibles a las ofertas musicales, lo cual generó cambios en sus estructuras organizativas, pues muchas optaron por la automatización musical en tanto que otras alternaron la producción remota de sus franjas apoyándose en plataformas virtuales para la video conferencia.
Este panorama, aunque pareciera desalentador, no es el más determinante en las emisoras comunitarias. En sus modos y en sus condiciones, las radios comunitarias han sido perseverantes ante las adversidades. Por ello, pese al distanciamiento social particular de este año, ellas fueron protagonistas de diversos espacios virtuales académicos, institucionales, comunitarios, entre otros, como propuestas propias para propiciar el encuentro y la formación, o apoyando la sola intención de compartir experiencias.
Uno de estos espacios fue el proyecto ‘Trayectorias: experiencias, caminos y aprendizajes trazados por la radio comunitaria’, gestado por la Dirección de Audiovisuales, Cine y Medios Interactivos del Ministerio de Cultura. Este proyecto logró actualizar la mirada descriptiva sobre los saberes o conocimientos que representan el quehacer de las radios comunitarias, en lo atinente a tres de sus categorías centrales: Formación y gestión del conocimiento, Construcción de ciudadanía y Producción de contenidos culturales.
La mirada país que se logró con este proyecto, tuvo como premisa central que el conocimiento surgiera de la praxis de la emisoras; por ello, para acotar el amplio universo de las emisoras, se incorporó un equipo investigativo que atendiendo las condiciones de bioseguridad, realizó el levantamiento de información a través de entrevistas telefónicas con participantes del equipo de dirección de las emisoras y, adicionalmente, desarrolló consulta de fuentes alternas, como investigaciones de otro tipo y recursos web de las emisoras.
Con un enfoque exploratorio descriptivo y cualitativo en la investigación, se propuso inicialmente la construcción de una base de datos de ochenta (80) emisoras representativas del contexto nacional y seleccionadas bajo criterios previamente establecidos2. A partir de la base de datos se hizo una nueva selección que llegó a cuarenta (40) emisoras, sobre las que se construyó igual número de Fichas Descriptivas3. Basados en la información descrita en las Fichas, el equipo investigativo hizo una selección final de doce (12) emisoras comunitarias que en el contexto nacional les aportaran valor agregado, por razones de concepto, apropiación o metodología, a las tres categorías centrales del proyecto.
Así por ejemplo, en la categoría de formación y gestión de conocimiento, se evidenciaron procesos formativos rigurosos, ejercicios de investigación, formas alternas de colectivización, y valoración del capital cognitivo con el que cuentan las emisoras. De hecho, las prácticas de formación y gestión de conocimiento que desarrollan las emisoras seleccionadas en esta categoría, ponen de manifiesto la vigente, relevante y necesaria tarea de apelar a la ‘justicia cognitiva’ para reconocer a las radios comunitarias como productoras autónomas de conocimiento.
En esta categoría, las grandes protagonistas fueron las alianzas y redes para la gestión del conocimiento que Vokaribe radio desarrolla en Barranquilla; la escuela de formación para la promoción del conocimiento y el relevo generacional que ha creado Ocaina Estéreo desde Puerto Caicedo, en el Putumayo; las apuestas de creación, diversidad y sostenibilidad de la radio comunitaria, que sustentan los colectivos de Suba Al Aire en Bogotá y, finalmente, los aportes que generan los procesos de reflexión y acción que ha gestado La Cometa radio en San Gil, Santander.
Seguramente la capacidad de invención que tienen las radios comunitarias sea el resultado de la diversidad y pluralidad que nos habita como proyecto nación. Quizás debido a esas geografías particulares del país, contamos con múltiples formas de sentir, vivir y apropiar los territorios en relación con sus prácticas ciudadanas y formas de apropiación cultural, todo lo cual encuentra en las radios comunitarias una oportunidad de creación.
En efecto, la radio comunitaria de Colombia huele a ruralidad, habla con diversos acentos y tiene múltiples sonoridades; de ahí que, al evidenciar las emisoras destacadas en la categoría de producción de contenidos culturales, se descubre el sentido de lugar, las idiosincrasias y las representaciones culturales de esas cuatro emisoras que nos cuentan cómo se apropian de esta categoría.
Su persistente vinculación en la planeación cultural del municipio y la experimentación sonora holofónica, es lo que revela Juventud Stereo, en Sevilla (Valle del Cauca); el rol de las audiencias en el desarrollo de un Club de Oyentes que, con 5.000 socios, se autodefine como la ‘familia más grande del sur del Huila’, tal es la experiencia de 1A Estéreo en San Agustín (Huila); la ruralidad y las fiestas tradicionales como claves de la apropiación cultural, con referente concreto en el baile de ‘San Pascual Bailón’, desde La Voz del Lago en Aquitania (Boyacá); y la valoración de lugares comunes como excusa para la producción sonora, desde Tumaco Estéreo, en el Litoral Pacífico colombiano. Finalmente, en términos de la llamada construcción de ciudadanía, el valor agregado que aportan las emisoras seleccionadas en esta categoría, tiene que ver con la flexibilidad con la que se mira la relación de ciudadanía y radio, que ya no pasa exclusivamente por los contenidos producidos, sino por las lógicas o las intenciones con las que las emisoras disponen la participación.
En efecto, la radio comunitaria de Colombia huele a ruralidad, habla con diversos acentos y tiene múltiples sonoridades.
En efecto, las prácticas que construyen ciudadanías en estas emisoras, amplían los marcos conceptuales y relativizan las formas de comprender y hacer ciudadanía; por ejemplo, cuando ésta se analiza en relación con las redes y aquellas implicaciones comunitarias que tejen sentidos con la comunidad, como es el caso que presenta Oriente Estéreo de Cali; o la experiencia de La Esquina Radio de Medellín, que exalta el concepto de participantes –más que simples audiencias– y lo pone en relación con la ciudad y su diversidad en los entramados del discurso ciudadano; la valoración de la escucha en la radio que asume la ciudadanía en clave ruralidad, como lo hace Caquetá Estéreo desde el municipio de Puerto Rico (Caquetá), y por último, la apropiación temática del discurso ambiental, conforme a lo desarrollado por Verde Estéreo desde Gualmatán (Nariño).
Doce emisoras, doce experiencias, doce formas de apropiar, reinventar y sentir la radio comunitaria, más allá de los desafíos técnicos y económicos del quehacer radiofónico cotidiano.
Así como en la botica del pueblo, en las radios comunitarias se encuentra de todo y siempre habrá un nuevo ‘medicamento’ o un nuevo ‘tratamiento’ para resolver las necesidades de sus comunidades, algo que han sabido hacer desde que se crearon: ‘fórmulas’ mágicas para sostener el ecosistema comunicativo que las distingue en su ser en comunidad, pues ellas seguirán activando las ciudadanías, fomentando el desarrollo comunitario, promoviendo la diversidad y la apropiación de prácticas culturales particulares en sus territorios.
1 Término acuñado por Manuel Castells (2011) al referirse a la ‘autonomía comunicativa’ que tiene hoy día cualquier persona de crear y divulgar mensajes: “En la auto-comunicación de masas, ejemplificada por internet y las redes móviles, el sistema de mensajes es múltiple, de muchos a muchos, multimodal, con la posibilidad de continua referencia a un repositorio hipertextual de contenidos, en tiempo libremente escogido y con interactividad como norma: los sujetos pueden construir sus propias redes de comunicación, es decir: auto-comunicar”. En: https://revistes.ub.edu/index.php/ACS/article/view/6235
2 Se debía cumplir con al menos 3 de los 5 criterios: a. Emisoras vinculadas a procesos o acciones de entidades del orden nacional como el Ministerio de Cultura, el MinTic, entre otros. 2. Vinculadas con dinámicas del territorio y que tuvieran reconocimiento en el contexto local y regional. 3.Tuviesen procesos de formación propios. 4. Usos y apropiaciones de recursos web y 5. Evidencia en la producción de contenidos culturales.
3 Las Fichas Descriptivas es el nombre del documento realizado por cada emisora y el cual se hizo teniendo como base un instrumento descriptivo tipo cuestionario, que orientó la recolección de datos sobre cuatros escenarios claves en las dinámicas de las emisoras: a) Organización concesionaria (tipo organización, representación en espacios alternos de la emisora, gestión documental, formación y recursos web, entre otros), b) Tendencias en la programación, c) Personas y colectividades participantes y d) Redes o plataformas de acción de las emisoras.