Con esa y otras preguntas interpelamos a los oyentes de la radio y convertimos la programación en un termómetro de participación ciudadana, que a lo largo de los diez largos meses de confinamiento, marcó muy diversos sentimientos, emociones y posturas ante la inédita presencia del mortal patógeno.
El barrio no cambió mucho al principio, en contra de los ordenamientos nacionales y locales: la gente continuó con su vida de la misma manera que la ciudad continúa con la suya cuando el barrio sufre.
Desde el principio, cuando la noticia se generó en Wuhan, China, se asumió el compromiso de estudiar, entender y calcular el potencial de riesgo que podría traer la pandemia a nuestras comunidades, y decidimos que nuestras principales fuentes de información, para generar contenidos y orientar a la audiencia, serían la Organización Mundial de Salud (OMS) y la Secretaría de Salud.
En diez meses pasamos de cero a un millón 230 mil casos de personas contagiadas y más de 113 mil muertes, en un país de 127 millones de personas.
En diciembre de 2019, al cumplirse el primer año de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), México era una nación polarizada por el cambio de régimen, y mientras un sector se sostenía en la postura de que AMLO era como un dios y estaba prohibido tocarlo, otra parte de la sociedad lanzaba campañas de odio –“sigue siendo un peligro para México”– y por lo tanto habría que eliminarlo, decían.
“Pareciera una broma marciana, algunos dicen que fueron los gringos, o un control de amenaza lejana, o algo así como un cuento de chinos”
En la capital del país, la Ciudad de México, los detractores del gobierno, principalmente empresarios, partidos opositores y medios de comunicación, escenificaron un fuego cruzado contra el presidente de la república, que en sus conferencias de prensa –las “mañaneras”–, denostaba a quienes llamó conservadores, por oponerse a su plan de combate a la pandemia.
A través de las “benditas” o “malditas” redes sociales dieron rienda suelta a sus propias posturas, exaltando o ridiculizando a unos u otros, pero nunca o casi nunca identificando que la naturaleza del problema era de salud pública y no de rivalidades políticas o posturas ideológicas.
Sólo cuando apareció en la escena pública un experto en la materia, el doctor Hugo López Gatel, subsecretario de Salud del gobierno federal, los discursos políticos y las descalificaciones pasaron a segundo plano, sobre todo cuando el especialista identificó, con lenguaje sencillo –y en cadena nacional–, las causas, las consecuencias y las alternativas para paliar la crisis sanitaria.
“Lo que nos está pasando, todos quieren aprovechar,
¿qué es la pandemia, señores?, lo podemos observar:
Es la estrategia del político, pa’ su oponente atacar,
Es el pretexto del burócrata pa’ no ir a trabajar
Es la avaricia del comerciante, para los precios inflar
Y es el estandarte del policía, para el pueblo maltratar”
Usar cubrebocas, guardar la sana distancia, lavarse las manos 5 o 10 veces al día, utilizar gel antibacterial, pero sobre todo lograr que la gente se quedara en casa, tampoco fue fácil en todos estos meses, pues a las descalificaciones políticas se agregaron otras voces discordantes desde el púlpito, el comercio formal e informal, los prestadores de servicios –hoteleros y restauranteros– y quienes invocando usos y costumbres, pasaron del simple desacuerdo al franco desacato para exigir reapertura de plazas públicas, negocios, templos, bares y balnearios y el regreso de bodas, bautizos y fiestas patronales multitudinarias, poniendo por encima el tema económico y las tradiciones, sobre la frágil capacidad sanitaria del gobierno para responder a un contagio masivo o un rebrote de la pandemia.
Sin medir consecuencias, ignorando que sus palabras serían reproducidas a nivel nacional, la alcaldesa de Xico, municipio vecino a Teocelo, minimizó los cuestionamientos de la prensa local, cuando le preguntaron si la inauguración de la Villa Iluminada –un árbol navideño gigante con cientos de luces–, no ponía en riesgo la salud de sus habitantes, ya que cientos de personas, sin cubrebocas, abarrotaron el parque de la localidad.
La señora Gloria Galván Orduña, alcaldesa por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) paró en seco a reporteras y reporteros, diciendo:
– Si no se van a morir de una cosa, se van a morir de otra…
“Amigos tengan cuidado con el Covid que han soltado, Es un virus peligroso que de China lo mandaron, Amigos sean obedientes guarden siempre su distancia, Pónganse el cubrebocas, y también quédense en casa Ven acá mi Margarita vente vamos a bailar, Esta cumbia movidita nos va hacer hasta sudar Tienes que seguir bailando para hacer mucho ejercicio Porque en esta cuarentena quedaremos bien gorditos, Amigos tengan cuidado con el Covid que ha llegado Lávense muy bien las manos, todo hay que desinfectarlo Es un virus peligroso que mucha gente ha matado Hagan caso a estas medidas para el Covid eliminarlo Con esta ya me despido amigos de la región Escuchen Radio Teocelo, es la mejor estación”
Entre febrero y abril, la pandemia pasó de lo mundial a lo nacional y luego de lo nacional a lo local y comunitario; el primer caso de Covid19 en México ocurrió el 27 de febrero. Es decir, que en menos de 100 días las familias de unas 400 comunidades que forman parte del área de cobertura de Radio Teocelo, empezaron a lidiar con el enemigo en casa.
Había que procesar y traducir con palabras sencillas todo lo que ya estaba pasando en otras partes de México y el mundo, para tomar conciencia y no correr riesgos en lo individual, lo familiar, lo comunitario y lo regional. Se fue estructurando un plan de trabajo con el colectivo, en el que se incluyeron diversos formatos y herramientas para producir contenidos y acompañar a una audiencia cautiva –la radio tiene 55 años al aire-, de modo que se intentara, al menos, contener los efectos de la pandemia entre la gente de la región, y de paso medir también la efectividad de un medio comunitario, en un contexto de pandemia.
Y como el buen juez por su casa empieza, suspendimos nuestras reuniones mensuales de todo el colectivo, instalamos filtros en el acceso a la estación, con uso obligatorio de cubrebocas y gel antibacterial, cuidando que no se reunieran más de 8 personas en espacios como el estudio, cabinas y oficinas de la emisora; hacia afuera, el colectivo comenzó a emitir un semáforo regional Covid19, en el que se fueron registrando, día con día, los casos de contagio por cada municipio, así como muertes y número de personas sospechosas.
Eventos masivos, propios de la emisora, como los sorteos, el festival de aniversario de la radio y demás eventos musicales y culturales, tuvieron que realizarse en modalidad virtual, por medio de Facebook Live, en señal abierta y por internet.
“Pero quizá existe algo positivo Que nos dejó el coronavirus Y es que ahora pasan más tiempo Los padres con los hijos”
Cuñas (o cápsulas o spots), microprogramas, entrevistas y debates se comenzaron a producir, con información plenamente respaldada por fuentes confiables, claro que con una dosis de humor y en lenguaje sencillo, sin tecnicismos ni palabras domingueras, pues no se trataba de presumir dominio del tema, sino de generar empatía en miles y miles de personas que confían y creen lo que dice la radio de Teocelo.
También se realizaron enlaces telefónicos con actores locales y especialistas, dando el micrófono también a la gente, para hacer un diálogo rico, diverso y hasta polémico, que diera pistas de qué hacer ante el acecho del virus mortal.
Los informativos, reportajes y diálogos vía Skype, con amigos y colegas de Europa o Estados Unidos, permitieron abrir ventanas para asomarnos a situaciones inéditas que estaban ocurriendo en otras partes del mundo, como para advertir que si a ellos ya les estaba pasando, que no nos pasara también a nosotros, a nuestras familias y comunidades.
“Desde 1920, hasta 2020, Han afectado dos grandes tragedias Desde una peste negra Hasta una corona La gente muere, por todas partes. Es una guerra invisible, Hay pánico, hay incertidumbre, Todo el mundo es atacado ¿Qué haremos sin (la) cura?
En eso estábamos, cuando nos dimos cuenta que ya se llegaba, en septiembre, la fecha de aniversario de Radio Teocelo. Así que abrimos el diálogo entre el colectivo de la emisora y la audiencia, primero para ver cómo festejar 55 años de estar al aire, pero con la pandemia encima, y segundo, cuál sería el tema de nuestro Concurso de la Canción, pues en cada festival de aniversario tenemos un certamen con un tema específico. El año pasado fue sobre feminicidios.
–Pues cuál va a ser, Covid19; no hay otro –nos dijeron por toda la región.
Dejamos entonces en manos de las y los compositores, arreglistas, intérpretes y cantautores, los músicos pues, quienes llevaran la interlocución principal con la audiencia, el día del aniversario de la radio, presentándose a concurso un total de 13 canciones.
Para nosotros, los músicos son los auténticos pedagogos de la radio comunitaria, pues ante cualquier tema por difícil o complejo que pueda ser, siempre traducen en palabras sencillas lo que pasa en nuestro alrededor, y emiten opiniones y posturas que mueven a la reflexión, casi siempre para pasar de las lamentaciones a las acciones.
En otras palabras, ayudan a ver, oír y no callar, sino a actuar con conocimiento de causa y animar procesos de participación ciudadana, que apuestan por el “Buen Vivir” como dicen muchos colegas.
Son personas, casi todas ellas, no de Conservatorio sino líricas, como ellos mismos se definen, pero que aprendieron en “la escuela de la vida”, lo que les da claridad de pensamiento y autoridad moral para escribir ingeniosas letras y acordes musicales que siempre, siempre pegan con tubo.
La mecánica es la siguiente: la radio emite una convocatoria y durante un mes se difunde información sobre el tema en cuestión, luego los músicos ponen las letras y los acordes en el género de su preferencia y, por último, el día del aniversario los músicos le devuelven a la gente lo que oyeron y entendieron a través de la radio, su principal plataforma de intercomunicación. Así es como la radio comunitaria se reinventa en tiempos de pandemia.
“Hay muertos por donde quiera, esto no es cosa de risa, y si te internan es probable que salgas en cenizas”
Don Alejandro Sánchez es peluquero, cerrajero y animador de una de las danzas más antiguas de Teocelo. Molesto, narra a los oyentes cómo pudo vencer las que él llama las cuatro pandemias.
Estuve enfermo y acudí al Hospital Amelia Cerecedo de aquí de Teocelo, el 22 de mayo, pero personal médico, camilleros y hasta el vigilante, luego luego empezaron a divulgar que tenía Covid19… El médico de turno, el doctor Tepetla, me atendió y me dijo que me fuera a mi casa, que estaba pasando por un cuadro asmático… No conforme con eso, fui a buscar a otro doctor, que me mandó a sacarme una radiografía; él también dijo que era posible que fuera Covd19… Así que, por la salud de mi familia y de las demás personas, decidí ir hasta Xalapa, al Centro de Especialidades Médicas, donde me atendieron muy bien, me hicieron muchas preguntas y me hicieron algunas pruebas, al final el personal médico me dijo que estaba bien, luego de revisar mi placa del tórax y que me fuera a mi casa y que descansara. ¡Bendito Dios, no tenía Covid!
Y remata:
Mi queja es: ¿cómo es posible que el mismo personal del hospital, sin ninguna prueba te condene… Por esa negligencia, desde el pasado sábado estoy muerto y ya hasta me enterraron el día de ayer… Algunos vecinos ya ni se acercan a mi familia, pues los rumores les hacen creer que tengo Covid, pero no es así; estoy bien. Esas personas que divulgaron información equivocada, ya no deberían trabajar en el hospital, es una irresponsabilidad; se debe investigar y castigar, estoy muy molesto, muy indignado…