Narrativas bastardas

Por Omar Rincón / Bogotá - Colombia

Narrativas:

dícese de cuando pensamos y producimos conocimientos a través de las historias; es ser de lo popular que tienen saberes que solo se dejan decir en el relato; es el contar que define la calidad mediática y digital.


Bastardo:

Así como en las boticas, a las radios comunitarias han acudido las personas para ser escuchadas, recibir apoyo o encontrar algún consejo que les sirva de ayuda para el desarrollo de alguna iniciativa comunitaria. Por años, estas radios han sido la mejor compañía de las territorialidades rurales que, entre el río y la montaña, definen al ser campesino particular de nuestro país.


Narrativas Bastardas, entonces, son los modos de contar espurios, pecaminosos, sucios, grasosos de los medios, redes y plataformas que se nutren de muchas fuentes culturales (las modernas culturosas, las pop mundo, las populares de la identidad, las rebeldes de los feminismos, las de origen ancestral, las transexuales), le da sabor con el discjay de lenguajes (corporal, sonoro, escritural, audiovisual, digital) y condimenta con la diversidad de agendas donde lo cultural se convierte en político, el medio ambiente en el eje de la economía, las mujeres son la rebeldía.

Modos culturales, lenguajes expresivos y miradas de mundo que nos habitan como estéticas, formatos, saberes, sabores, goces y conocimientos. De todo esto tenemos todos, pero es algo inconsciente que hace parte de nuestra memoria colectiva de época. Esas incidencias nos hacen ser narradores que mezclamos sin querer queriendo, sin darnos cuenta, y que puede terminar en “copiar” los modos mainstreams de narrar, como hacer noticias a lo Caracol, que hace como hace CNN, o hacer radio como hace RCN, que imita a la Cadena Ser de España. O puede intervenir el relato y hacerlo en el modo del territorio: en los saberes y sabores propios.

En síntesis, narrativas bastardas toma sin pudor de todos los referentes estéticos, culturales y políticos… pero mezcla desde el territorio para dar saber y sabor propios. Esta propuesta se sustenta en los siguientes sentires:


1. El periodismo y las narrativas mediáticas tienen ideología

y son blancas, masculinas, occidentales y cristianas. Y habitamos un mundo que es feminista, indígena, afro, trans, diverso sexual, oriental, sur, sincrético en lo espiritual. Luego, tenemos muchos más referentes y lógicas para contar, narrar, decir.


2. El periodismo y la mediática del siglo XX está muerta.

Esos medios de referencia y poder político hegemónico, pongamos que hablamos de Semana, El Tiempo, El Espectador, Caracol, RCN, New York Times, El País… han perdido su legitimidad y credibilidad de su verdad, objetividad y poder. Estos medios han dejado de ser referencia para convertirse en actores políticos.


3. La libertad de expresión es la cancha donde se juega la democracia

La libertad de expresión, que es lo que define la calidad de la democracia y la potencia del periodismo, está siendo cuestionada y disputada por los gobernantes ególatras y autoritarios que persiguen el pensar libre, los jueces vengativos para castigar a los que piensan con su propia cabeza, el algoritmo de Facebook y Google que deciden la información, el big data como manipulación política, y la indignación pública que cada vez que marcha y protesta tienen como uno de sus objetivos denunciar el cinismo de los medios y la perversión periodística. No es fácil ser libre en esta escena de matoneo público.


4. Los periodistas de rigor se divorciaron de los medios

Los medios optaron por salvar su negocio y se decidieron por el periodismo clic, ese que gana generando emociones a través del matoneo, la agresión y el fake (mejor si es de odio, miedo o rabia) y el espectáculo sobre el yo-periodista y el yo-medio. Así, los periodistas que creen en el periodismo han migrado a hacer libros o crear medios digitales o encontrar voz en los medios ciudadanos


5. Habitamos un cambio de élites

Hasta el siglo XX las élites se basaban en una burguesía moderna donde importaban las dinastías de apellido, la Cultura de las artes y la democracia liberal como modo de convivencia. Ahora tenemos unas élites que mezclan lo premoderno (dios, familia, tierra) con el capitalismo financiero donde billete mata cabeza y alcurnia de apellido. Pasamos de una burguesía moderna a la de clic que mezcla lo premoderno (vacas) y el capitalismo puro y duro (el $$$). Y este cambio de élite afecta directamente a la disputa de sentidos mediática y digital.


6. El algoritmo es el nuevo sujeto cultural.

El algoritmo es el prescriptor cultural, el nuevo oráculo, el nuevo mediador que dice la verdad con base en la ignorancia colectiva, esa del clic. Y lo seguimos como un dios. Así es que Google sabe más de uno, que uno mismo. ¿Quién soy? Googléalo. ¿Qué me gusta? Facebook ya sabe. ¿Qué consumo? Netflix te lo dice. ¿Cuál es mi creencia? Lee mis chats en WhatsApp. ¿Cuál es mi estilo de vida? Mira mi Instagram. Nuestra dieta simbólica se empobreció, pero somos más felices y festivos, tenemos más estilo de vida.


7. Tres opiniones públicas, y ningún dios verdadero

Hemos llegado a habitar un mundo donde la verdad no es erótica, y las fake sí. Los periodistas y políticos habitan el club de la pelea en Twitter y creen que la vida se mueve por sus trinos, cuando solo crean su propio circo para ellos mismos. Otra opinión en los fake de Fakebook y WhatsApp donde están los jurásicos mayores de 40 años que quieren creer en lo que creen, ya que les asegura que el mundo es como ellos lo ven, focaliza la atención en este mar de informaciones y tiene ese sabor agradable del no pensar. Y última, la opinión en causas concretas (feminismo, medio ambiente, derechos humanos) que se sintetiza en un modo de vida político y festivo que habita en Instagram, You tube, Tik Tok. Entonces, dime dónde cliqueas y te diré qué periodismo debes hacer.


8. Más que storytelling, diseño

La cultura se convierte en el diseño de artefactos, especies y experiencias que se mueven orgánicamente por la diversidad de redes y espacios para ganar la viralidad. Más que storytelling es el diseño que prevé las experiencias que las comunidades y los ciudadanos van a poder habitar con el objeto, especie o práctica cultural que producimos. Narrar es diseñar una experiencia de pertenencia e inmersión del sujeto para que el ciudadano deje de ser espectador y pase a hacer parte de la obra.


9. Todo es videojuego

La lógica prioritaria de nuestro tiempo sigue los modos de los videojuegos: interacción, inmersión, misiones y puntajes. Todo se volvió video juego: el viajar, el amar, el comer, el morir… porque todo nos da puntos y placeres de ganancias breves. Así, la producción cultural debe intentar plantearse como una interacción inmersiva, misiones, y con ganancias reales (puntos) para el ciudadano.


10. La disputa política es por la soberanía cultural

El saber de dónde somos y cómo significamos. Por eso, ante el algoritmo solo nos queda poner en evidencia el territorio, lo propio, la diversidad cultural. La soberanía se ejerce produciendo la enunciación desde nuestros territorios, identidades, goces, sabores, estéticas, narrativas y saberes, así podremos existir. La soberanía se hace desde el ejercer las culturas bastardas asumiendo todas las herencias culturales y cooltures para practicarlas en modo territorio.


11.

A pesar de todo, el periodismo es más necesario que nunca por los trumps, bukeles, bolsonaros, uribes, petros, duques. Y por eso tenemos muchos periodismos territorio, femeninos, indígenas, afros, trans, diversos… independientes, digitales y feministas.

¿Y cómo hacemos las narrativas bastardas?

Fácil, habitando las mutaciones bastardas que mezclan la identidad con los juegos de modernidad y coolture. Inspirándonos en las músicas que sin pedir permiso se mezclan y juegan a otros ritmos del cuerpo y el alma. Haciendo como las comidas que buscando el sabor prueban todas las culturas y todos los ingredientes. Imitando a los feminismos que juntan lo popular con lo afro, lo ancestral y lo democrático.

¿Y cómo lucen las narrativas bastardas?

Su luk es a modo #Nodespapaya, donde un zoom se convierte en video Instagram, que pone a los músicos a hablar políticamente del mundo: un modo otro de decir, reconfortar y conectarse con los sentimientos débiles que nos habitan en épocas de cuando no sabemos nada: música que es cuerpo, política y conexión con los territorios. Sabe a modo #Confluencers donde pensadores de América Latina intentan ganar la video columna con sus solemnidades analíticas pero que toman la gozadera de una edición pop que crean los jóvenes que escriben desde lo digital. Intenta ser como la plataforma que la contiene, como es lo de #Curarnos, una revista cultural en modo whats app, que jugó primero con un texto, una imagen, un link y un sonido; que luego mutó a un video-clip, pasó a collage, se convirtió evento, podcast y video. Y todo para ser solo guasá con una propuesta que busca hacer periodismo para bailar las ideas porque no les interesan los datos sino los cerebros, cultura que salva. Y el periodismo carnavalero donde Pere Ortín, de ‘Altair Magazine’; Patricia Rendón, de Vokaribe Radio, y Omar Rincón, de EL TIEMPO y 070 proponen un periodismo carnavalero que dice así...

1. El periodismo debe narrar en forma de carnaval, o sea, con anarquía, caos, juegos, cuerpos, alegrías, transgresiones y goces. Todas las fusiones narrativas y confusiones estéticas para desde la anarquía hacer nuevos sentidos.

2. El periodismo carnavalero practica las muchas formas de ser Otro para hacer posible el diálogo intercultural sabroso y gozoso.

3. El periodismo carnavalero pierde la solemnidad, el aburrimiento y sus verdades moralistas para ganar la experimentación, la experiencia, el relato y la conexión social.

4. El periodismo carnavalero es de rebelión estética para buscar nuevas formas de belleza e irreverencia desde y en la cultura donde narramos.

5. El periodismo carnavalero narra mejor si es escuchar más que hablar, si se atreve a mirar de otros modos, si sigue las músicas de la realidad.

6. El periodismo carnavalero se pierde y aventura por agendas, temas y formatos experimentales para encontrar las historias, es un moverse para mirar de otros modos.

7. El periodismo carnavalero parte del periodismo de siempre: ese de rigor, respeto y honestidad; ese de fuentes, datos, contexto y criterio de lectura de la realidad; pero toma todo eso de forma hedonista.

8. El periodismo carnavalero se exige como referentes éticos la lucha contra el racismo, el clasismo, el machismo, la homofobia que nos habita.

9. El periodismo carnavalero se hace desde abajo, con la gente y contra el poder porque cuando el territorio manda, los medios y los periodistas callan y obedecen.

10. El periodismo carnavalero cree que cualquier periodismo pasado fue peor (sobre todo el del yoyo), y que el mejor periodismo es siempre el que está por venir (sobre todo el de nosotres).

11. El periodismo carnavalero se inspira en las artes, las músicas, las comidas, los feminismos, lo indígena, lo afro para narrar y hacer sentido desde otras estéticas.

12. El periodismo carnavalero hace y cree en el humor; en vivir en la frontera, en la disidencia de lo bastardo y lo mutante.


Narrativas bastardas

plantea copiar, tomar, robar, usar de toda parte, pero para mezclar y hackear desde el territorio, inspirados en las músicas, las comidas, las ferias, las fiestas, las acciones populares, las intervenciones performáticas. La propuesta es activar la diversidad de territorios, jugar en la frontera de estéticas, narrativas y sabores.

Vengan todos los periodismos… Alegría de mutar de UN periodismo (made in USA, blanco, masculino, occidental y cristiano) a diversos periodismos (curador, anfibio, dadá, cháchara, cosecho, dj, feminista, trans). Periodismos más alegres, divertidos, sencillos y sinceros. Periodismos de frontera en los modos de reportear, escuchar, narrar, escrachar al poder. Periodismos en perspectiva de lo común y no del yo. Periodismos de pasión, no de burócratas, mentirosos y oenegeros. Periodismos que pongan a bailar con ideas, formatos territorio, sentidos que conecten con la vida de la gente.


Prescribo leer.

Alessandro Baricco conversa con Jorge Carrión, 2020, Humanidad aumentada, CCCB, 16 marzo 2020 https://www.cccb.org/es/actividades/ficha/alessandro-baricco-conversa-con-jorge-carrion/232808

Baricco, Alessandro, 2019, The game, Barcelona, Anagrama.

Carrión, Jorge, 2019, Un nuevo canon cultural en diez objetos, New York Times en español, 1 de diciembre de 2019,https://www.nytimes.com/es/2019/12/01/espanol/opinion/un-nuevo-canon-cultural-en-diez-objetos.html

Martel, Frederick, 2011, Cultura Mainstream, Madrid, Taurus.

Rincón, Omar, 2018, La coolture, Revista Anfibia http://revistaanfibia.com/ensayo/la-coolture/