Luchas, éxitos y necesidades de las Radios comunitarias en pandemia

Por Martha C Romero / Barranquilla - Colombia

En su texto de ensayos Perplejidades de fin de siglo, Mario Benedetti, aludiendo a un graffiti en Quito, escribió: “Cuando teníamos todas las respuestas, nos cambiaron las preguntas”, luego de eso la frase tomó vida y se inmortalizó. Ha sido traída y llevada y la han descolocado tantas veces que ya suena a lugar común. Corriendo ese riesgo, la uso para iniciar este texto porque creo que da la sensación más cercana de lo que aún afrontamos ante la pandemia de la COVID-19.

Tanto ha pasado desde ese 30 de enero del 2020, que no parecieran meses sino años de vida los que hemos invertido en afrontar la realidad, entender los cambios, adaptarnos e ir modificando las dinámicas del conocimiento frente a esta pandemia. Por ello, luego de decretado el confinamiento el 17 de marzo, ningún sector permaneció inalterable y cada quien desde su orilla ha pretendido hacer lo que corresponde, lo que toca o lo que puede para protegerse y seguir con la vida y la productividad.

Ese llamado a permanecer en casa y evitar las salidas y las aglomeraciones, unido a la incertidumbre de no saber mucho de este virus que confrontaba a la humanidad en pleno, aumentó el consumo de medios de comunicación como espacios de información seguros. Buena parte de la sociedad se acercó de manera ávida, e incluso en exceso, a los contenidos informativos y, a su vez, los medios se vieron forzados a satisfacer una demanda que hace tiempo no era tan intensa y constante. Se pasó de franjas y horarios segmentados y con públicos definidos, a horas de transmisión en radio y televisión con el mismo tema: La COVID-19.

La primera víctima en la industria mediática fue ella misma, al quedar en evidencia su falta de preparación para enfrentar una coyuntura de pandemia y aislamiento social preventivo y obligatorio, dejando de manifiesto efectos como la desprotección de sus colaboradores y empleados, quienes debieron permanecer en sus puestos de trabajo, algunos sin las garantías necesarias. Pero también fue evidente la falta de conocimiento, en particular de los canales de noticias, que luchaban entre la incertidumbre, el sensacionalismo, la información y la desinformación.

Específicamente en Colombia, según el Estudio Continuo de Audiencia Radial ECAR (informe de julio del 2020), la radio ha seguido siendo la principal fuente para acceder a información y entretenimiento de forma instantánea, para el 84% de los colombianos. Esto significa que tres de cada cuatro colombianos escucharon radio diariamente desde la llegada de la COVID-19 al país. En el informe se indica, además, que el segmento de población que más escucha radio es masculino, pero con poca diferencia sobre el femenino, y que sus edades están entre 25 y 34 años, con más oyentes entre los estratos 2 y 3, aunque en época de pandemia se incrementaron también en el estrato 5 y las audiencias entre 17 y 25 años.

Lo anterior prueba una vez más lo que ya en sus 100 años de existencia la radio ha hecho, y es estar presente en los momentos más críticos que ha vivido la humanidad. Es de resaltar que las radios más cercanas a las comunidades han tenido interés especial en aportar al bienestar y servir de enlace entre la gente, cuando no hay otros medios para acercarse. Más de 40 años de historias de éxito, como las de las radios mineras de Bolivia o el gran trabajo de alfabetización entre los pueblos campesinos e indígenas en Colombia, han demostrado que este medio ya es parte de la comunidad mediante el ejercicio del claro propósito de abrir espacios para que la gente tenga voz pública y trabaje colectivamente por sus derechos.

Se pasó de franjas y horarios segmentados y con públicos definidos, a horas de transmisión en radio y televisión con el mismo tema: La COVID-19.

En Colombia, según registro del Ministerio TIC hay 625 emisoras comunitarias que actualmente operan en los 32 departamentos, sin contar las 188 comunidades viabilizadas que se encuentran en proceso de recibir su otorgamiento de emisora comunitaria para el 2021. Estos medios locales están reglamentados, como toda la radiodifusión, según la resolución 00415 del 2010, indicando sus alcances y limitaciones pero dejando claro que es un servicio público participativo y pluralista, orientado a satisfacer necesidades de la comunicación en el municipio o área objeto de cubrimiento, facilitando el ejercicio del derecho a la información y la participación de sus habitantes a través de programas radiales que promuevan el desarrollo social, la convivencia pacífica, los valores democráticos, la construcción de ciudadanía y el fortalecimiento de las identidades culturales y sociales.

Según estudio adelantado por la Dirección de Audiovisuales, Cine y Medios Interactivos del Ministerio de Cultura a través del proyecto Narrativas Sonoras en el que participaron 83 emisoras comunitarias, como consecuencia de la pandemia se vieron afectadas las entradas de ingresos primordialmente por disminución en la pauta y, como consecuencia, el 59.8% de las emisoras tuvieron que reducir su personal. Esto lo vivió Olegario Meléndez, director y responsable de la emisora Playa Mar Estéreo del municipio de San Onofre-Sucre, quien en los meses iniciales del confinamiento tuvo que triplicarse para poder tener al aire la emisora debido a que no podía costear los colaboradores habituales. Sin equipos sofisticados, contando con el celular que también requería mantenerlo al día para poder seguir al aire, se las arregló para hacer campañas de financiación colectiva entre amigos y artistas conocidos y con ello logró recursos para la emisora y para la comunidad, asumiendo el gran trabajo que todo ello implicaba, pero consciente de la responsabilidad de informar a la comunidad en esa difícil coyuntura.

El ejemplo anterior se repite en toda Colombia, los comunicadores comunitarios trabajan con equipos básicos y muchas veces están ubicados en zonas de difícil acceso o de conectividad limitada, con algunas excepciones entre los que están cerca a centros urbanos. Con la pandemia, las emisoras tuvieron que echar mano de herramientas como Facebook Live, WhatsApp y páginas web para hacer su trabajo, eso sin contar que según MinTic para 2019 la penetración del internet en área rural no pasaba del 18%, es decir, un 82% de población rural no tiene internet, lo que sin duda hace más difícil la doble labor de estar informado y de informar.

Haciendo frente a las situaciones personales y laborales que trajo la pandemia y a pesar del panorama desigual en tecnologías, las emisoras comunitarias prontamente cambiaron la jornada de reportería local a través del territorio, por transmisiones desde las redes sociales, creación de grupos de mensajería instantánea para coordinar actividades y producción de contenidos con uso del celular; todo para que la radio no se apagara, para que las voces de la comunidad se siguieran escuchando y seguir llevando información veraz a poblaciones que han estado abandonadas y aisladas desde antes de la pandemia por causa de la violencia estructural y en algunos casos, también armada.

Pero no todo fue oscuro en el horizonte, las autoridades comunitarias y municipales encontraron en las radios comunitarias espacios de difusión continua para amplificar la información de prevención contra el virus. Oscar Javier Bermúdez, líder de radio de la Dirección de Audiovisuales, Cine y Medios Interactivos del Ministerio de Cultura, confirma que en tiempos de pandemia la gente volvió a la radio y eso lo aprovecharon algunas redes y emisoras comunitarias para llevar esparcimiento y cultura, tal como se logró con Batuta (institución articulada al Ministerio de Cultura) y la Red Cooperativa de Medios Comunitarios de Santander, Resander. En los últimos meses el proyecto Expedición Sensorial de la Dirección de Artes del Ministerio de Cultura hizo también una articulación con Resander, para la transmisión de los contenidos centrados en la formulación de proyectos comunitarios, en las regiones de Montes de María, Catatumbo, el Pacífico Sur y la frontera nariñense.

Otros ejemplos interesantes de cómo se lograron acciones positivas para la comunidad, los comenta Darío Miranda, de la Emisora Mocaná Estéreo y Comisionado de Comunicación del pueblo Mokaná ante la Organización Nacional Indígena ONIC. Este productor cuenta que el primer contagio lo tuvo el locutor principal y eso trajo el cierre preventivo de las instalaciones, por lo que decidieron trabajar desde las casas e hicieron un podcast tipo crónica contando todo el suceso desde el contagio hasta la recuperación, para que sirviera de ejemplo a la comunidad. Y aunque hubo afectación de la producción de contenidos porque ya no se podía hacer el trabajo de campo de la misma manera, optaron por convertirse en el medio que reportaba al pueblo sobre las ayudas humanitarias y los auxilios gubernamentales.

Esto lo vivió Olegario Meléndez, director y responsable de la emisora Playa Mar Estéreo del municipio de San Onofre-Sucre, quien en los meses iniciales del confinamiento tuvo que triplicarse para poder tener al aire la emisora debido a que no podía costear los colaboradores habituales.

En el tema educativo, la cancelación de las clases presenciales como medida de prevención de contagios hizo que, desde las radios comunitarias, se apoyara la formación desde diferentes frentes. Algunas emisoras lograron articulaciones que funcionaron muy bien, como la “Escuela de Colores” entre la Gobernación de Antioquia y las redes de radio comunitaria del departamento. En Malambo – Atlántico, se desarrolló el proyecto “Tu escuela en casa”: con el apoyo de un grupo de etnoeducadores, se dictaban por la radio sus clases 2 veces a la semana. En temas de salud, las radios comunitarias ubicadas en territorios con influencia de pueblos indígenas, trabajaron por la salud propia, abordando el autocuidado con plantas y medicina ancestral, sin descuidar las indicaciones institucionales o científicas, las cuales en algunos casos eran traducidas a las lenguas nativas para su mejor comprensión y seguimiento.

Por parte del gobierno, como una medida de apoyo a las emisoras comunitarias, y luego de muchas peticiones del sector expresadas en colectivo en los encuentros con MinTIC, el 14 de octubre de 2020 se otorgaron alivios en deudas de emisoras comunitarias que por causa de la pandemia presentaban saldos pendientes con el del Fondo Único TI. Esto se realizará una sola vez con descuentos del 100 % que equivalen a 4.400 millones de pesos. Esos alivios se lograron a través de un proyecto de ley aprobado el martes 13 de octubre por el Congreso de la República y con él se beneficiaron 285 emisoras comunitarias y 71 de interés público.

No se puede negar que un alivio económico en este momento es favorable, pero se requiere aún más apoyo para la radio comunitaria y por eso las emisoras, asociadas en diferentes redes, claman para que el gobierno nacional les de la importancia y reconozca el trascendental papel que están desarrollando desde décadas antes de la pandemia. Exigen que les sea asignada por lo menos parte de la pauta oficial pagada por ministerios, institutos descentralizados, gobernaciones departamentales y administraciones municipales y que por lo general termina en la radio comercial, lo cual está contemplado en el Documento CONPES 3506 de 2008. Adicionalmente, apoyos en tecnologías, acceso a internet y revisión de las condiciones legales que deben cumplir las emisoras comunitarias para que sean asumidas con atenuantes según sus condiciones, serían algunos de los avances a futuro.

A manera de conclusión y aunque parezca una aseveración muy alarmista, en muchos lugares la radio es el único hilo que une a las comunidades con el resto de Colombia. Las emisoras comunitarias son la voz en la madrugada del campesino, han acompañado a las familias en los desplazamientos, son la forma de legitimar derechos de las poblaciones afro, indígenas y diversas, pero para seguir haciéndolo requieren apoyo estatal, y la pandemia otra vez lo demostró. Cada emisora que cierra sus micrófonos es una parte del país que se silencia y se queda sordo ante la realidad del mundo.


Benedetti, Mario (1993) Perplejidades de fin de siglo. Editorial Seix Barral.

Centro Nacional de Consultoría (2020) Informe audiencia de radio en tiempos de COVID-19 ¿Cómo ha acompañado la RADIO el periodo de cuarentena? Un análisis del comportamiento de la RADIO en los meses de abril y mayo.

Consejo Nacional de Política Económica y Social República de Colombia. (2008) Departamento Nacional de Planeación CONPES 3506 de 2008. “Lineamiento de política para el fortalecimiento del servicio comunitario de Radiodifusión Sonora”

Ministerio de Tecnologías de la información y las comunicaciones (2020). Boletín primer trimestre 2020.

Ministerio de tecnologías de la información y las comunicaciones (2020). Listado radios comunitarias Colombia.

Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (2010) Resolución número 00415 de 13 abr. 2010 “Por la cual se expide el reglamento del servicio de radiodifusión sonora y se dictan otras disposiciones”.