En octubre de 2016, cuando llegamos al Punto de Preagrupamiento Transitorio de La “Y” de las marimondas, en Fonseca, La Guajira –lugar en el que los integrantes del Bloque Caribe, o Martín Caballero, de la antigua guerrilla de las FARC–EP realizaríamos la espera hasta que se firmara el acuerdo de La Habana para iniciar la reincorporación a la vida civil– la Cadena Radial Bolivariana Voz de la Resistencia era la emisora de las FARC hacía más de dos décadas.
Hasta ese momento, yo había sido una muchacha universitaria integrante del Partido Comunista Clandestino Colombiano de las FARC-EP –PC3– realizando labores de cultura, comunicaciones y educación en el área urbana; sin embargo, desde muy niña había tenido acercamientos a la radio y la experiencia de crear con la voz, con sonidos y con palabras se apareció varias veces en el camino de mi juventud.
La vida transcurría así hasta que la noticia de la posible firma de un acuerdo de paz entre el Estado Colombiano y las FARC-EP hiciera que tropas armadas y militantes urbanos nos moviéramos a reunirnos en la dirección de un cese al fuego y una posible paz pactada.
Entonces nos dirigimos a los Puntos de Preagrupamiento Transitorio, en mi caso, fui direccionada al PTT de La “Y” de las marimondas, en zona rural del corregimiento de Fonseca. Allí seguiría mis tareas de siempre: la cultura, las comunicaciones y la educación, esta vez todo dirigido a mis camaradas alzados en armas y con el objetivo principal de fortalecer los contenidos de la Cadena Radial Bolivariana.
La poca experiencia que había adquirido me servía en ese momento para generar charlas en torno a saberes que nos permitieran explorar a todos la posibilidad de escribir un guión y ponerlo al aire de inmediato, en una frecuencia no convencional, ilegal, transmitida por medio de antenas artesanales conectadas a un transmisor, todo esto aprendido de forma empírica por los guerrilleros.
La emisora Voz de la Resistencia en el Caribe nació en la Sierra Nevada de Santa Marta, en 1991, como cumplimiento a las determinaciones tomadas por la Séptima Conferencia Guerrillera, como una hija de la lucha insurgente de las FARC, con un proceso de al menos 3 años de formación. La emisora transmitía desde la montaña y la selva, era móvil.
La prioridad era poder entablar comunicación con las comunidades con las que se convivía en el territorio, mayoritariamente indígenas y algunas de ellas con una lengua diferente al castellano; por lo que se trabajaba mano a mano con guerrilleros indígenas que se formaron en las FARC pero que nunca perdieron su lengua nativa. Comunicados, partes de guerra, sátira política, literatura, poesía y música fariana de distintos géneros –como los vallenatos del ahora alcalde de Turbaco, Bolívar, Julián Conrado– eran el contenido de la Cadena Radial Bolivariana Voz de la Resistencia.
Cuentan los guerrilleros más antiguos que tras la primera transmisión, en las estribaciones de la Sierra Nevada, se descubrió que los equipos con que habían trabajado eran unos walkie talkie de larga distancia, pero no una consola de transmisión.
La primera radio consola de transmisión adquirida por los combatientes pesaba alrededor de 48 kilos y contaba con 15 vatios de potencia. Los guerrilleros recuerdan que eran pocos los que deseaban pertenecer a la comisión de radio, principalmente por la incomodidad de los equipos y el peso, 10 kilos más que el equipo, o morral de guerra, que permanentemente cargaba cada revolucionario.
Con la adquisición de una radio de 250 vatios, Voz de la Resistencia amplió su campo de audiencia hasta Barranquilla y el Sur del Atlántico. Si bien, este hecho resultaba grato pues el mensaje llegaba a más gente, implicaba que el Ejército colombiano usara la señal de emisión de los aparatos como coordenadas para realizar operativos militares.
Cuentan los guerrilleros más antiguos que tras la primera transmisión, en las estribaciones de la Sierra Nevada, se descubrió que los equipos con que habían trabajado eran unos walkie talkie de larga distancia, pero no una consola de transmisión.
Durante su primera década La Voz vivió entre combates y asaltos, pero no dejó de emitir, sin embargo, se vio afectada cuando se hizo efectiva la política de seguridad del Plan Patriota, en manos del primer gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010); la arremetida desplazó a los guerrilleros de la Sierra Nevada hacia la Serranía del Perijá y segó la vida de un considerable número de combatientes.
Uno de los primeros bombardeos sobre la Sierra Nevada acabó con las vidas de Toño, el director de la emisora y de Clara, locutora formada por Jesús Santrich y a quien hoy se le sigue recordando en los territorios farianos como una valiente luchadora entregada a la radio; además de la pérdida de la totalidad de los equipos con los que se contaba en ese momento.
Para evitar más sangrientos insucesos, se decidió usar antenas transmisoras de información, ubicadas a distancias que distrajeran al ejército de encontrar la ubicación exacta del campamento, con lo que se logró salvaguardar equipos y, principalmente, vidas humanas.
En el año 2005, la llegada de una radio de 500 vatios al 19 Frente dobló la cobertura de la última radio perdida en los bombardeos. Voz de la Resistencia era una “red de comunicación, de educación, de organización, de lucha y esperanza con sentido de clase”, explicó alguna vez el comandante guerrillero y cofundador de la emisora, Jesús Santrich.
Santrich está hoy de vuelta en la insurgencia, en las montañas de Colombia, comandando las nuevas FARC-EP Segunda Marquetalia; regresó huyendo de lo que recientemente se demostró que fue un montaje entre la Fiscalía colombiana y la CIA, en el que se le inculpaba de narcotráfico y por el que tuvo que pagar prisión, ad portas de ser extraditado a los EEUU, donde, por cierto, se encuentra recluido en condiciones infrahumanas Simón Trinidad desde el año 2004, quien también fue coordinador del equipo de la Cadena Radial Bolivariana.
Fue en marzo de 2017, en la vereda Tierra Grata, Cesar –escenario de reincorporación del 19 y el 21 Frentes de las FARC– cuando la emisora clandestina Voz de la Resistencia emitió por última vez en el Caribe colombiano, un par de semanas después de que acabáramos el taller de guiones para radio, el último que compartí con mis camaradas antes de que llegara la paz. La frecuencia logró alcanzar oyentes en Barranquilla, Valledupar, Santa Marta y algunos municipios del Sur del Atlántico.
La Cadena Radial Bolivariana Voz de la Resistencia apagó sus transmisores en cumplimiento de los acuerdos de La Habana, ya que no contaba con la autorización del Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones y, además, usaba frecuencias a nivel nacional de forma ilegal.
El mayor contenido de estos últimos días en la emisora tenía un público claro: las comunidades indígenas de la Sierra Nevada y la Serranía del Perijá, así como las organizaciones campesinas y sociales en general. El tema: los puntos que componían el acuerdo de Paz de La Habana y cómo estos influirían en la vida de los colombianos, en especial en el área rural.
La Cadena Radial Bolivariana Voz de la Resistencia apagó sus transmisores en cumplimiento de los acuerdos de La Habana, ya que no contaba con la autorización del Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones y, además, usaba frecuencias a nivel nacional de forma ilegal.
Se pensaba que al entrar en vigencia las emisoras comunitarias, contempladas en el acuerdo final, se reanudaría su programación como en años anteriores; sin embargo, 4 años después, cuando en Fonseca se abre la primera emisora producto del acuerdo en la región, encontramos que esta emisora ni es comunitaria ni resulta ser la continuación de la programación de la emisora insurgente, sino más bien un apéndice de la Radio Nacional de Colombia que sólo vinculó a una persona reincorporada en su equipo.
Dora Brausin, subgerente de Radio de RTVC, afirmó acerca de la programación de las “emisoras de la paz” en una entrevista realizada para su medio, que “esta corresponde a la naturaleza editorial de radio pública del Estado colombiano, donde todos tengan la oportunidad de sentirse representados, participar, ser escuchados e identificarse con sus territorios y comunidades”. Lo curioso es que estas llamadas “emisoras de paz”, producto de un acuerdo realizado entre dos partes en permanente disputa y que inicialmente reconocieron que no hubo vencidos ni vencedores en una guerra de más de 50 años, por lo que el diálogo era la salida, mantengan la naturaleza editorial de sólo una de las partes que se sentaron a negociar. Como reincorporada y comunicadora de oficio, noto un ápice más de perfidia en esta determinación.
Hoy en día muy pocos de aquellos en otrora guerrilleros continúan en el oficio de la radio. La incertidumbre ante una reincorporación accidentada y el escaso cumplimiento de parte del Estado Colombiano han obligado a los ya excombatientes a apostar por actividades productivas que permitan responder a temas apremiantes como lo son la alimentación, vivienda y salud, en el corto plazo.
La implementación ha sido lenta, sangrienta y pérfida. La radio de la resistencia pudo sobrevivir a los bombardeos de Álvaro Uribe, más no pudo escapar de la implacable historia colombiana, que parece sumida en una sangrienta maldición de eterno retorno a la guerra, atravesada desde los orígenes por la trampa y los leguleyismos.
Pese a lo anterior, en los territorios la resistencia continúa, aunque La Voz se haya apagado. Se encuentran los ejercicios radiofónicos independientes en donde está plasmado el paisaje sonoro de la realidad de las comunidades en Colombia, sin el maquillaje estatal, con la denuncia pública que busca salvaguardar la vida, acabar la impunidad, además de la no-censura.
La radio fue un escenario de batalla ganado por la insurgencia con respeto y dignidad, hacia las comunidades; quizá la paz trajo un silencio momentáneo a la Radio Cadena Bolivariana Voz de la Resistencia, pero no es de extrañar que tras lo ocurrido con la implementación fallida del acuerdo, tras casi 300 firmantes de la paz y 500 líderes sociales civiles asesinados impunemente, y siguiendo el hilo de la historia, nos volvamos a cruzar el rebelde dial de la Cadena Radial Bolivariana Voz de la Resistencia nuevamente al aire, digna y combativa desde las montañas y selvas de Colombia, como en los viejos tiempos.